¿Las cremas solares provocan cáncer?

Médicos y especialistas nos advierten a diario de los peligros del Sol. Pero siendo tan perjudicial, ¿cómo hemos evolucionado durante millones de años expuestos al Sol? Desde que éramos organismos unicelulares hemos crecido, evolucionado y nos hemos adaptado al Sol. ¿Qué ha pasado para que, de la noche a la mañana, nuestro querido astro rey se convierta en un enemigo?

En los años 70 se propagó como la pólvora que el Sol es muy perjudicial para la piel y que era responsable de la mayoría de melanomas. La industria cosmética no tardó en lanzar al mercado sus productos, unas cremas hidratantes que protegen de los efectos dañinos del Sol. Ahora se sabe que también «protegen» de los efectos saludables.

En su evolución, la piel ha aprendido a defenderse y compensar los efectos dañinos del Sol. Hasta ahora nunca ha necesitado cremas solares. Veamos porqué:

En las siguientes líneas vamos a ver como el cuerpo responde ante la exposición al Sol y como se ha adaptado para protegerse de él sin cremas solares.

Comprendiendo las radiaciones solares.

El Sol, igual que cualquier otra estrella, emite ondas electromagnéticas en todas la frecuencias imaginables: ondas de radio, microondas, luz visible, etc. La mayoría de ellas son filtradas al 100% por la atmósfera (zonas elevadas del gráfico). En especial, este filtro atmosférico absorbe las radiaciones más perjudiciales como los rayos gamma, rayos X y ultravioletas (parte izquierda del gráfico). Estas radiaciones reciben el nombre de ionizantes y se caracterizan por transportar suficiente energía como para alterar la estructura molecular de la materia.

Las radiaciones ionizantes son a la vez las mejor absorbidas y las más perjudiciales para la piel. Fuente: http://astrobloguers.org

Para entender el efecto de la radiación ionizante imaginemos una cuerda atada al fondo de una piscina de bolas de colores. Agitando suavemente un extremo de la cuerda se generará una onda que acabará absorbida por la piscina de bolas sin ninguna alteración. Pero si agito la cuerda con suficiente fuerza, la onda tendrá la energía necesaria para desplazar algunas bolas de su posición.

Si consideramos a nuestro ADN como una piscina de átomos (bolas) entenderemos el efecto de las radiaciones ionizantes (ondas con mucha energía) sobre las células. Teniendo en cuenta que unos pocos átomos cambiados de lugar en nuestro ADN puede desembocar en un tumor, entendemos así el peligro de las radiaciones ionizantes.

¿Pero no hemos quedado en que estas radiaciones son filtradas por la atmósfera? No exactamente. En la naturaleza ninguna frontera és rígida:

En este pequeño margen se encuentran las radiaciones UV o ultravioletas y suele dividirse en 3 rangos:

Dependiendo de su longitud de onda, el espectro de los rayos ultravioletas se dividen en 3 partes:

  • Ultravioleta A (UVA): los más próximos a la luz visible, por lo tanto, los menos filtrados. Pero también los menos peligrosos. El efecto de una exposición excesiva suele ser un enrojecimiento y una leve inflamación que sana en pocos días.
  • Ultravioleta B (UVB): los más preocupantes pero no los más peligrosos. Son los responsables de los melanomas ya que pueden alterar el ADN con relativa facilidad, pero la atmósfera filtra hasta el 95% de dichos rayos (más si el día está nublado o en horas alejadas del mediodía).
  • Ultravioleta C (UVC): los más peligrosos pero son filtrados al 100% por la atmósfera.

La melanina.

La melanina es una proteína segregada por los melanocitos como respuesta a la exposición a los rayos UVB. Se trata de un excelente fotoprotector ya que tiene la capacidad de absorber la energía excedente de los rayos UVB transformándola en simple e inofensivo calor. Se acumula alrededor del núcleo de las células epiteliales protegiéndolas a ellas y a todas las células inferiores.

Pero la melanina también es un pigmento. Su característico color oscuro es el responsable del color de la piel, cabello y ojos. Colores claros significan que el cuerpo fabrica poca melanina.

Las razas son una simple adaptación de la piel al entorno. En zonas cercanas al ecuador, la evolución ha dotado la piel de los humanos con gran cantidad de melanina. De hecho, los individuos de raza negra raramente desarrollan melanomas. En zonas nórdicas, con menor incidencia solar, predominan las pieles claras y ojos azules (es decir, poca melanina).

Muchos estudios afirman que la exposición solar provoca el envejecimiento prematuro de la piel. Los rayos UV provocan una mayor degradación del colágeno de la piel.

Las fibras de colágeno dotan de resistencia a la piel. Se alinean ordenadamente siguiendo unas direcciones bien establecidas. Si un cirujano realiza un corte respetando estas direcciones apenas quedará cicatriz visible. En cambio, cuando las fibras de colágeno se deterioran o se rompen (debido a un corte, por ejemplo) se renuevan sin respetar el orden original. El proceso de degradación y renovación es constante y, al cabo de los años, provoca el envejecimiento de la piel. Sin embargo, las investigaciones de Gary Fisher han demostrado que este envejecimiento se acelera baja radiaciones UV.

La melanina es un eficiente fotoprotector que bloquea los rayos UV por lo que un buen bronceado protege las fibras de colágeno (ubicadas en capas inferiores de la piel) de su deterioro prematuro. De hecho, los individuos de raza negra conservan una piel tersa y joven durante más años que los caucásicos. De modo que los efectos que ha demostrado Gary Fisher solo serían reales mientras no se alcance el nivel óptimo de bronceado, algo que puede tardar días, incluso semanas. ¿Como se defiende el cuerpo durante este tiempo en que las células no han podido producir toda la melanina necesaria? La respuesta está en la vitamina D.

La vitamina D, más que una vitamina es una hormona que regula multitud de procesos químicos (más de 3000) en nuestro organismo. Es beneficiosa para los huesos pues facilita la absorción del calcio. Es beneficiosa para las infecciones ya que estimula la producción de antibióticos naturales. Es beneficiosa contra las inflamaciones, incluyendo la inflamación de la piel producida por una quemadura solar. Es beneficiosa contra la diabetis infantil, la esclerosis múltiple, la artritis reumatoide, las enfermedades autoinmunes, etc, etc. Y, por supuesto, es beneficiosa contra los tumores ya que activa el gen GADD45α que detiene el crecimiento celular descontrolado. De hecho algunos estudios han demostrado que la vitamina D puede reducir hasta un 77% la incidencia de ciertos tipos de cáncer (incluidos el cáncer de piel).

Por todo ello, es interesante conocer dónde obtenemos esta preciada vitamina. La respuesta es muy simple: del Sol. La exposición solar estimula la piel para que sintetice vitamina D3 que se activará una vez haya pasado por el hígado y los riñones. Pero no debemos dejarnos engañar por las campañas de márqueting con todos aquellos alimentos que incorporan vitamina D añadida. En la mayoría de casos de trata de vitamina D2 (en lugar de D3), menos efectiva. El Sol es la mejor fuente de vitamina D que existes. Para hacernos una idea, una cucharada de aceite de hígado de bacalao (tal vez el alimento con mayor concentración de vitamina D) contiene 1360 UI. Tomar el Sol desnudo durante 15 minutos puede aportarnos hasta 10.000 UI.

Se ha demostrado que en los países con mayor incidencia solar se reduce drásticamente el riesgo de padecer cáncer.

En países nórdicos, con menor incidencia UV, se producen más cánceres que en zonas tropicales.

Puesto que la melanina bloquea gran parte de los rayos UVB, para producir una niveles adecuados de vitamina D el tiempo de exposición solar debe ser mayor cuanto más oscura sea nuestra piel. Hay que aclarar que, por término medio, es suficiente una simple paseo para producir suficiente vitamina D.

Una exposición excesiva siempre es perjudicial, sin embargo, una exposición moderada logra disminuir un 15% el riesgo de melanoma gracias al efecto anticancerígeno de la vitamina D.

¿COMO ACTÚAN LAS CREMAS SOLARES?

Las cremas solares incorporan distintos productos químicos que realizan una función similar a la melanina: absorber la radiación ultravioleta. De este modo protege la piel de los efectos nocivos del Sol. Pero como hemos visto anteriormente, la piel ya incorpora su propio sistema de defensa y compensación. Sistemas que no se activan si la crema solar impide que los rayos UV alcancen los melanocitos. Hasta aquí todo parece bien. ¿Pero qué importa si el cuerpo no puede activar sus defensas naturales si ya lo estoy protegiendo con cremas fotoprotectoras?

En primer lugar, la melanina ejerce un efecto protector a largo plazo, nos protege del Sol durante días y semanas. Además: a más Sol, más protección. De modo que, si tomamos el Sol para broncearnos, ¿no parece incongruente que apliquemos a nuestra piel un fotoprotector que, precisamente, evita el bronceado? La consecuencia de ello es un bronceado débil que nos tienta a aumentar sensiblemente el tiempo de exposición. Si a ello añadimos que, con las cremas, nos sentimos más protegidos tenemos como resultado una exposición solar desmesurada (incluso extrema) con la que cualquier protección resulta insuficiente. Desde que se usan las cremas solares, la incidencia de los melanomas se ha triplicado.

No olvidemos, además, que la vitamina D es fundamental para nuestro organismo y su carencia puede asociarse a enfermedades muy graves: raquitismo, alzheimer, depresión, reumatismos, etc. El uso (y abuso) de cremas solares contribuye a la actual «epidemia» de carencia de vitamina D del mundo desarrollado. Algunos estudios han constatado que en la mayoría de enfermedades crónicas se aprecia esta carencia.

Por otro lado, los productos químicos que incorporan las cremas solares, supuestamente inocuos, se están poniendo en cuestión.

En el estudio Toxicidad y exposición a los filtros UV con efectos endocrinos, dirigido por Margret Schlumpf de la universidad de Munich, demuestra que ciertos componentes habituales en las cremas solares pueden provocar alteraciones hormonales en el organismo con consecuencias como aumento del peso de los órganos reproductores y del comportamiento sexual de roedores, afecciones tiroideas, retraso de la pubertad, alteraciones genéticas, etc.

Dicho estudio se realizo administrando los componentes analizados por vía oral en roedores. Uno puede pensar que el estudio no es fiable ya que no nos comemos las cremas solares. Los adultos tal vez no, pero los niños no dudan en llevarse la mano a la boca con o sin crema. El estudio de Margret Schlumpf demuestra que los efectos nocivos son apreciables incluso con dosis muy pequeñas.

Pero los componente estudiados no son los únicos alteradores hormonales que incorporan las cremas solares. Se identifican más de 6 compuestos obtenidos del petróleo y con efectos indeseables.

Por otra parte, Margret Schlumpf también encontró restos de estas sustancias en la leche materna de mujeres lactantes que usaban cremas solares. Es decir que, lo niños sí podían estar ingiriendo (a través de la leche materna) dichas sustancias gracias a la gran facilidad de absorción de algunas cremas.

Otros componentes acusados de toxicidad son el óxido de zinc y el dióxido de titanio. Estas sustancias que se usan en las pinturas plástica para dotarlas de opacidad no tienen, a priori, ningún efecto tóxico para el organismo. Pero hay que destacar el término «a priori».

Imaginemos que estamos en una habitación con una roca. La mera presencia de la roca no nos matará. Sin embargo, si reducimos la roca a un fino polvo que flote en el aire, éste se acumulará rápidamente en nuestros pulmones causando una desagradable muerte. Pues bien, el dióxido de titanio y el óxido de zinc de la cremas solares están en forma de nanopartículas, tan pequeñas que pueden penetrar en el interior de las células acumulándose y causándoles mutaciones o incluso la muerte. Las nanopartículas de dióxido de titanio pueden provocar cáncer.

Cual es la conclusión? según todo lo dicho pueden plantearse algunas medidas para mejorar nuestro bronceado y salud.

  • No tomar el Sol entre las 10h y las 16h.
  • No realizar exposiciones largas. Tomar el Sol el tiempo necesario sin llegar a quemarse.
  • No usar cremas solares salvo casos en que el Sol resulte sumamente perjudicial: al mediodía.

BIBLIOGRAFÍA:

E. TAVERA-MENDOZA, LUZ Y WHITE, JOHN H., «La Vitamina Solar», Investigación y Ciencia, nº 376, enero 2008, p.14-21.

La mentira de los protectores solares. http://denunciasalacarta.blogspot.com/2010/03/la-mentira-de-los-protectores-solares.html

Rosacea Support Group. http://rosacea-support.org/spf-90-inhibits-vegf-il-1a-and-mmp-1.html

Nanotecnologia.com. http://www.nanotecnologia.com.pe/download/documentos/nanoparticulas_y_toxicidad.pdf

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Una respuesta a ¿Las cremas solares provocan cáncer?

  1. Sara dijo:

    Uff sabía que existía información al respecto de lo perjudicial de las cremas solares (entre otros muchos productos cotidianos).

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