Confundir ciencia y pseudociencia puede ser algo común incluso para gente con formación científica. ¿Cómo distinguirlos? ¿Cómo evitar caer en la trampa pseudocientífica que solo nos acarreará falsas esperanzas (en el mejor de los casos)? Millones de personas han perdido su salud, su familia, sus amigos y su dinero por culpa de lo que parecía una innegable verdad científica. Sirva este post como un granito de arena para evitar que más personas caigan en la telaraña de dietas revolucionarias, terapias milagrosas y guías espirituales engañosos.
El método científico.
La ciencia parte de una hipótesis que es corroborada con experimentos minuciosamente documentados con los que formula una teoría. Dicha teoría será revisada y reproducida multitud de veces antes de ser validada por la comunidad.
La pseudociencia parte de una hipótesis para formular directamente una ley sólo a partir de razonamientos aparentemente lógicos.
Es ciencia decir que al observar un electrón, éste cambia su estado.
Es pseudociencia decir que al observar tu entorno, éste también cambiará. (Se usa la lógica para formular una ley que jamás ha sido comprobada empíricamente).
Los datos.
El científico documenta todas sus aportaciones y experimentos. Expone los métodos y resultados para que puedan ser reproducidos por otras personas.
El pseucientífico solo aporta su palabra o las de sus colaboradores. No aporta documentación ni pruebas de lo que dice. Y, por supuesto, sus métodos no pueden ser reproducidos por nadie más que él mismo o aquellos que hayan pagado, religiosamente, uno de sus cursos.
El medio.
Los avances científicos se difunden a través de prestigiosas publicaciones que han corroborado, a través de un comité de expertos, la validez de los datos y el método.
Los avances pseudocientíficos se difunde a través de revistas de menor difusión, sin un comité científico que valide las tesis y, generalmente, rodeado de artículos sobre medicinas alternativas, espiritualidad, new age, etc. Son habituales las conferencia en asociaciones alternativas o a través de YouTube.
El experto
El científico que presenta el avance suele tener años de investigación a sus espaldas. Estudios contrastados y reputación incuestionable.
El pseudocientífico, a menudo no es ni doctor en su especialidad. Sus teorías surgen de una especie de iluminación y su reputación solo es avalada por el mismo y sus seguidores. A menudo presume de tener el apoyo de la «Asociación Española de…» de la cual, por norma general, es el presidente y, tal vez, único miembro.
La prudencia
Un científico expone sus descubrimientos con prudencia, insistiendo en el duro trabajo de investigación que queda por delante.
Un pseudocientífico se vanagloria de haber encontrado la solución a grandes males.
El tono mesiánico
Un científico nunca se muestra como el centro de su ciencia sino como un eslabón más en una compleja cadena humana de investigadores.
Un pseudocientífico se refiere constantemente a sí mismo como el que muestra, el que enseña, el que abre los ojos, etc.
El tono dogmático
La ciencia acepta las críticas como parte de su progreso. Incluso invalidar años de trabajo, por muy doloroso que sea, se entiende como parte de este progreso.
La pseudocienca ignora o se muestra a la defensiva ante cualquier crítica. A menudo se burla despectivamente del resto de disciplinas y desprecia cualquier planteamiento que no apoye su visión.
El altruismo
El científico trabaja e investiga por el bien de la comunidad. Nunca acompaña sus exposiciones de publicidad encubierta.
El pseudocientífico también pretende mostrarse altruista pero, en sus exposiciones, usa a menudo frases como «en mi consulta…» o «en mis cursos…».
El discurso
El discurso científico es técnico debido a los altos grados de especialización de la ciencia y por ir dirigido a los propios especialistas en sendas disciplinas. Su tono es neutro y, a menudo, aburrido para los no entendidos. Se permite las preguntas e intervenciones.
El discurso pseudocientífico es simple, apto para todos los públicos y, a menudo, sus razonamientos también lo son. Son tan sencillos y diáfanos que parecen incuestionables. Por otra parte tienen un tono claramente coercitivo, es decir, de convencer o manipular. En general no se abre ronda de preguntas y la participación del público se limita a repetir lo que el orador les indica (una especie de «amén»).
Es ciencia afirmar que la producción de células «knock out» carentes de la proteína Mad1 puede evitar la mestástatis en el cáncer de pulmón.
Es pseudociencia coercitiva afirmar que: «tu cáncer surge por el conflicto de la negación de tu mente…». O «la solución a tu enfermedad es que tomes consciencia de tú mismo».
Las referencias
Un estudio científico se nutre de referencias diversas pero siempre documentadas con nombre y apellidos. Con unas conclusiones cuidadosamente expuestas para evitar ideas tendenciosas.
Un estudio pseudocientífico se nutre de referencias superficiales del tipo «científicos de Harvard han demostrado…». Por supuesto, solo se refieren a dichos estudios para extraer datos, sin embargo los ignoran para extraer conclusiones. El pseudocientífico siempre trae sus propias conclusiones de casa y, casi siempre, surgen de una mezcla de disciplinas muy dispares.
Es ciencia decir que se han descubierto neuronas en el corazón encargadas de sincronizar el latido cardíaco con el entorno bioquímico del organismo.
Es pseudociencia decir que se han descubierto neuronas en el corazón y que, por lo tanto, el corazón tiene su propio cerebro y su propia mente a la que debemos escuchar.
Ante cualquier dieta o medicina revolucionaria, pido encarecidamente al lector que revise los puntos anteriores. Por su bien, el de su familia y el de su economía.
La homeopatía, la medicina transgeneracional, el biomagnetismo, la numerología, la astrología, el feng shui, la biodescodificacón, la medicina cuántica, etc. Todas ellas son disciplinas que no superan ninguno de los aspectos aquí expuestos.
MUCHA PRECAUCIÓN.